Simbología de los mandalas

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El mandala representa el circulo, la forma primigenia del universo. El sol y la luna son círculos, al igual que las miles de millones de estrellas que pueblan el cielo nocturno. La tierra es una bola gigantesca que gira alrededor del orbe abrasador del sol, que nos da la vida. La forma redondeada de los átomos y las células se combinan infinitamente para crear la miriada de formas de la existencia. Una flor, un copo de nieve o el corte transversal del tronco de un árbol revelan un movimiento desde un punto central. Los hindúes denominan este punto Bindu, o punto sagrado, que es el origen de todo lo que existe. El mandala simboliza el carácter sagrado del centro de la realidad cotidiana, y dicha sacralidad, el centro del circulo es ilimitada y eterna, sin principio ni fin.

CIRCULO Y PUNTO MEDIO

La definición matemática del circulo es sencilla: es la suma de todos los puntos que están a la misma distancia de un punto medio. Así que el circulo se define a través de su punto medio; vive de él, pero no es necesario que este punto sea visible, de la misma manera que un punto matemático no tiene latitud. Sin embargo lo intuimos, nos lo imaginamos y se muestra visible al OJO EMOCIONAL.

Así,  el circulo se convierte en símbolo esencial. El punto medio se refiere al equilibrio, al centro detrás de toda naturaleza visible e invisible. Nuestra vida adquiere su forma interna a través del punto medio, al rededor del cual nos movemos y somos un ser.

RECONCILIACIÓN DE LOS EXTREMOS

Un circulo es dinámico, "la suma de todos los puntos" solamente es imaginable en movimiento, al igual que un rayo de luz de un faro que ilumina el mar desde la tierra. El impulso vital del circulo solo es posible a través de la estabilidad de su punto medio. Se necesitan mutuamente: El punto y el circulo, la calma y el baile, el contenido y la forma, Dios y el mundo, el uno y el todo. El circulo es el espejo donde se refleja lo universal, es el símbolo mas profundo del secreto de la vida que se mueve continuamente entre extremos: por una parte, perderse uno mismo en el materialismo y en la forma, y de la otra, la huida del mundo, el camino idealista a través de la meditación y el éxtasis.

El objetivo interno de nuestra vida consiste en encontrar el punto medio. No es algo que podamos alcanzar o tener, pero la forma de nuestra vida nos permite intuirlo. Si no lo conseguimos, nuestra vida perderá su forma. Entonces nos sentiremos a disgusto con nosotros mismos, desconcertados, estresados, extraños con nuestro propio ser. Hermann Hesse dijo una vez: "Debemos encontrar el hogar en nuestro interior". !La vida seria muy diferente así! habría un centro, y desde él se tambalearían todas las fuerzas. Pero mi vida no tiene centro, sino que está suspendida entre muchas filas, polos y polos opuestos.

JARDIN CERRADO

Cuando buscamos nuestro centro de gravedad vital, buscamos nuestro propio centro. Siempre está presente, no se puede perder ni separar, está unido a lo divino, pero también está oculto u olvidado. El secreto, que es Dios, es uno solo y el acercamiento a este secreto se ve como un impedimento para el ser humano. Es la búsqueda del paraíso perdido, del jardín cerrado que todo lo oculta; un jardín en el cual soy feliz sin desearlo y donde se cumplen todas mis exigencias. Una característica importante de todo mandala es el borde externo semejante al muro que bordea este jardín cerrado. Y a menudo la vida nos hace sufrir a causa de fronteras confusas. 

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