La magia de los mandalas - Mandalas tibetanos
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La magia de los mandalas
Hace mucho tiempo existió algo desprovisto de nombre y cuya forma desconocida oculto el cielo como la tierra. Al verlo los dioses lo agarraron comprimiendolo contra el suelo, con la cara hacia abajo. Una vez arrojado al suelo los dioses lo retuvieron pegado a éste. Brahma hizo que los dioses lo ocuparan y lo llamo Vastu-purusha "Mandala".El Vastu Shastra es una antigua doctrina hinduista que trata sobre la influencia de las leyes de la naturaleza en las construcciones humanas. El Vastu Purusha "Mandala" es el diseño esquemático metafísico del cosmos en el que se basa todo el concepto de Vastu Shastra. Se cree que Vastu Purusha se acostó en el cosmos que constituye energías de una manera que la cabeza está descansando en Nordeste, dirección que representa el pensamientos equilibrado; parte inferior del cuerpo frente al Suroeste, que representa la fuerza y la firmeza; su ombligo está en el centro de la tierra, y significa la conciencia cósmica y la santidad; finalmente su mano que da cara al Noroeste y Sureste, que significa energía.
Mandalas Tibetanos
Encontramos afinidad en varios textos budistas. En la tradición oriental, el budismo tibetano es la religión que tiene dentro de su haber un sinnúmero de pasajes y desarrollo espiritual relacionado con los mandalas. En el budismo vajrayana o budismo tantrico el término tibetano para designar un mandala es Kyil khor.
Los mandalas tibetanos suelen representar el paisaje y la morada sagrados de Buda. Consisten en círculos externos, un circulo o un cuadrado interno y un palacio central ornamentado. El circulo externo representa la separación y la protección de la vida cotidiana exterior o el samsara: el mundo del sufrimiento y la reencarnación eterna. Suele representar un aro de fuego protector que simboliza el fuego purificador de la sabiduría. El circulo o círculos intermedios representan varias fases del proceso de adquisición de la iluminación. El centro constituye la consumación de la iluminación y suele representarse como un Buda. Los budistas visualizan mentalmente cómo entran en el mandala y se funden con el Buda, de esta forma visualizan su propia iluminación.
Mandalas en Occidente
La humanidad ha creado diseños similares a los mandalas desde tiempos remotos en las diferentes culturas y tradiciones religiosas, con cualquier material que tuvieran a la mano. Nuestros lejanos antepasados dejaron marcas en las paredes de las cuevas, trazaron dibujos en la arena y colocaron piedras en alineamientos sagrado, tales como los de Stonehenge en Inglaterra y Carnac en Francia.
Los diseños Orientales, que ahora no son familiares en Occidente, se relacionan más fácilmente con la meditación, si bien la creación de mandalas es una tradición viva. Los mandalas se han considerado siempre como un camino hacia la iluminación, es decir como método por el que nuestra mente puede conectarse con la fuerza vital del universo y alcanzar así la liberación. En las versiones hindúes, tibetanas y chinas representan tradicionalmente símbolos culturales, incluidas a veces deidades, para expresar de forma pictórica la naturaleza profunda de la realidad.
Todas las religiones han intentado buscar formas para que los extremos se reconcilien, imágenes para la pertenencia del centro y el contorno, de Dios y el mundo. Meister Eckhart (Maestro místico cristiano) muestra la parábola del circulo de igual manera con las siguientes palabras: "Dios está dentro, nosotros estamos fuera". La religión cristiana representa los mandalas en los rosetones de las catedrales como Notre Dame y Chartres en Francia, o St John the Divine en Nueva York.
En la edad Media, la iglesia creó estos vistosos vitrales para instruir a los fieles en la liturgia y fomentar la meditación acerca de su significado. En general, Jesucristo o la Virgen Maria ocupaban la posición central, mientras que los círculos externos ilustraban episodios y símbolos de la fe cristiana. Algunos rosetones, que se construían con fragmentos de vitrales, también recreaban la Santísima trinidad Padre, hijo y Espíritu Santo, la vida de Cristo o retrato de los doce apóstoles. Otros ilustraban la historia de la creación, signos y símbolos astrológicos y alegorías de la iglesia católica como el agnus dei o Cordero de Dios, el orbe coronado con una cruz, o el alfa y la omega. Los vicios y virtudes representados recordaban a los fieles las diferencias entre el bien y el mal. La mera observación de estas magnificas figuras y vitrales era una experiencia arrebatadora que distanciaba a los feligreses de la vida cotidiana y les permitía disfrutar de una inmensa dicha y espiritualidad. Como en la tradición oriental, los rosetones recordaban el carácter sagrado de la vida y la importancia de aprovechar el potencial personal para alcanzar la espiritualidad.
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